El gato himalayo es una mascota inteligente, elegante, cariñosa, muy fiel y juguetona. Además, es de fácil convivencia en casa porque no suele maullar y tampoco precisa de mucho espacio. Es obediente y un gran compañero.
El gato himalayo se caracteriza principalmente por su pelaje. Por eso, debemos cepillarlo de manera diaria con un peine de metal para eliminar los enredos y mantener su pelo brillante y fuerte.
En cuanto al baño, deberemos hacerlo con una frecuencia de una o dos veces al mes, para prevenir de esta forma uno de los problemas más habituales de los pelos con largo pelo: la aparición de bolas de pelo.
Además, si evitamos su aparición con estos baños también evitaremos que se las coman y aparezcan en el estómago. No obstante, también existe comida seca específica, como es el aceite de parafina o jarabe de malta, que evitan que esas bolas de pelo obstruyan el intestino.
El gato himalayo aúna características de los siameses y los persas. Así, de los primeros se ha llevado la curiosidad y la vitalidad, además de sus ojos azules y un color de pelaje parecido. De los persas, por su parte, ha heredado la cabeza redondeada, un hocico chato, cuerpo ancho y patas cortas y orejas pequeñas.
El gato himalayo puede padecer enfermedades o lesiones derivadas del acortamiento de su cara, tales como alteraciones en los ojos, en las mandíbulas y en la cara, además de las ya mencionadas que pueden producirse por la ingesta de bolas de pelo.